EL COMERCIO de Quito, 23 de diciembre de 2006
Redacción Cultura
Eso de que el que golpea primero golpea dos veces tiene su verdad si se lo piensa respecto del cuento. Parece que la obsesión por el golpe (el salto le dicen también) estético que ofrece el desenlace de un buen cuento es la base, en muchos casos, de la misma historia. El microcuento quizá sea el mejor ejemplo de esa concisión.
La concentración fulgurante del efecto literario en un par de párrafos, o incluso renglones, presenta un reto particular para la creatividad y una especificidad técnica que los autores asumen como reglas del género. Según el crítico Raúl Serrano Sánchez se pueden encontrar "ejemplos de minificción en libros como ‘Samballah’ (1971), de Carlos Béjar Portilla, ‘Muerte por agua’ (1980), de Oswaldo Encalada y ‘Divertinventos’ (1989), de Abdón Ubidia. No es un género trabajado ampliamente pero tiene cultores valiosos".
La aparición de ‘Esmog. Cien grageas para morir de pie’, de Huilo Ruales, es el caso más reciente de un género que tiene ya su tradición en las letras nacionales. A Ruales no le preocupa demasiado la teoría: para él, la minificción es una cuestión más bien instintiva.
"Mis grageas son como pequeñas iluminaciones que nacen a través de impulsos, conmociones cotidianas, como empujones para empezar a escribir. Hay momentos en que te llega algo parecido a la visita de la poesía. A diferencia de una novela o un relato, donde tomas apuntes y estás muy consciente de la estructura, en los cuentos breves actúa, en mi caso, la intuición y el asombro."
El paralelo con la poesía es una imagen adecuada también para Jorge Dávila Vásquez, uno de los autores nacionales que se ha dedicado sistemáticamente a la ficción brevísima. Los cinco libros que ha publicado en narrativa en los últimos 10 años están todos trabajados en clave de minificción. La fuerza y la amplitud de significados que la poesía puede cargar en un solo verso es, para él similar a la que se logra en un cuento brevísimo. "La seducción es más inmediata, como un choque eléctrico: te conectas o no te conectas. Y es un género, como cualquier otro, que te exige un trabajo intenso con la palabra".
En su estimulante estudio ‘Algo sobre la minificción’ escribe: "Es ‘fronterizo’ (el minicuento) por fulgurar entre un género y otro, digamos entre la poesía y el cuento, o entre otras formas literarias, como la viñeta, el grafiti, la sentencia, etc. (... y tiene) muestras breves de otros soportes como el videoclip, la caricatura, el ‘spot’, la foto- bomba y la cuña publicitaria (...)".
En un estudio publicado en la página web iacd.oas.org, el profesor chileno Juan Armando Epple asegura que los inicios del género, en América Latina, se ubican hacia finales del siglo XIX, cuando las revistas y periódicos apostaron por la ficción como modo de entretenimiento rápido y estimulante. Dice: "El cuento moderno (...) estuvo estrechamente vinculado a las demandas y opciones de las revistas, las que a la vez crearon un mercado para este tipo de ficción y le impusieron una restricción espacial que luego se confundió con un rasgo genérico: la brevedad".
Para Abdón Ubidia, narrador de largo aliento, la especificidad del la microficción puede ubicarse en la cuerda que tiene en los extremos al análisis y a la síntesis. "Mientras una narración tienda más hacia el análisis estará más cerca de la novela, mientras vaya más hacia la síntesis se acerca más al cuento. La novela es extensa y cuenta muchas cosas, en cambio el cuento es intenso y cuenta una sola cosa. El microcuento se ubica casi al extremo de la cuerda".
La popularidad entre los lectores no es la menor característica de la minificción. Por su brevedad y fuerza tiene capacidad de insertarse en la vida actual y, opina Egüez, "está en camino a constituirse en el género preferido por los jóvenes que aspiren a ser escritores en el siglo XXI".
Microantología
"He pensado que algún día me llevarías a un lugar habitado por una araña del tamaño de un hombre y que pasaríamos toda la vida mirándola, aterrados". F. Dostoievski, en ‘Los demonios’.
"Dos personas esperan en la calle un acontecimiento y la aparición de los principales actores. El acontecimiento ya está ocurriendo y ellos son los actores". Nathaniel Hawthorne.
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